Deberíamos llevar salmos en los bolsillos
la abuela se sentaba en su mecedora todas las tardes y ponía la radio en la radio salía la voz grave del lector: yo el predicador fui rey sobre Jerusalén... la abuela se sumergía en el tiempo que era como el balanceo de su mecedora como el eco de las palabras del lector en el salón de la abuela una salmodia infinita que parecía salir de la radio pero que brotaba en realidad de los ojos cerrados de la abuela de su movimiento rítmico e intemporal al final de la lectura siempre cantaban algo entonces la abuela se despertaba y volvía a ser la abuela de siempre entonces sacaba los buñuelos de yuca con miel y yo me iba feliz a la cama como si llevara salmos en los bolsillos E.